Recuerdos

 Me siento en el sillón de una casa que una vez tuvo las paredes todas blancas y un mueble desordenado y para nada estético. Hay un televisor del años 2006. Veo que hay un control al lado mío y lo prendo.

Yo.

No sé cuantos años tengo, pero sé que lo más importante es repartir las bolsitas con caramelos de souvenirs a toda mi familia. Todos me saludan y me dan regalos, y hay una torta con temática de Barney en una de las mesas de un salón al que vengo por primera vez. Parece que hoy todos quieren ponerme contenta. Se siente bien.

Cambio de canal, o de recuerdo, mientras sonrió. Estaba tan feliz por algo tan simple como una bolsita de caramelos en mí cumpleaños.

Ahora veo a Stefani de Lazy Town (o bueno, yo en un disfraz de esa chica que tanto me llamaba la atención con sus acrobacias y pelo rosa) mirándose al espejo y sonrio porque sé que amo lo que veo. Una niña con vestido corto a rayas rosas y una peluca del mismo color. Cada vez que salía a la calle, sabía que me ponía eso, porque es el mejor outfit. Hasta todos me miran, seguro que les encanta tanto como a mí. 

Algo muy tonto, hasta ridículo, pero tierno porque en ese momento no me importaba absolutamente nada. Solo lo que yo pensaba, no había otras voces, aunque todos pensaran que estaba mal.

Cambio de canal y automáticamente una sola imagen hace que aún me lata la cicatriz detrás de mí cabeza. 13 años, aún lo siento y tampoco lo recuerdo exactamente.


Me caigo para atrás al sacarme el pantalón y siento mi cabeza golpear contra la guía de la mampara. No sé que pasa, pero sé que me duele y grito. Mis padres aparecen y entran al baño preocupados, y yo, simplemente me asusto al ver sus caras. No sé cuando comencé a llorar, pero me toco donde me duele, y al volver a ver mi mano, está llena de sangre. Mi mamá, llama a alguien, no sé a quien, no me interesa, quiero que esto termine. Mi papá, agarra una toalla y la pone sobre la herida. Honestamente, no recuerdo más nada.


En fin, la mente trabaja de maneras misteriosas y encuentra su propia lógica en tiempos lindos, nostálgicos, ridículos y desesperados.


Apago la tele. Mí pasado me define, pero no tengo porque quedarme en el.




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